Protección contra la corrosión

En la navegación de recreo en agua salada es crucial contar con mecanismos adecuados de protección contra la corrosión ya que ésta puede afectar tanto al funcionamiento como a la vida útil de los productos. Por ello, a la hora de diseñar y seleccionar los materiales de un sistema que estará en contacto con agua salada es preciso cumplir unos requisitos muy altos. Uno de los productos más exigentes son los motores eléctricos puesto que la combinación entre corriente eléctrica y agua salada puede ocasionar significantes daños si hay fallos en el sistema o si se éste utiliza incorrectamente (corrientes de fuga, puesta a tierra incorrecta).

La corrosión se suele clasificar en tres tipos: Corrosión electroquímica, corrosión galvánica y corrosión electrolítica Los tres tipos de corrosión pueden aparecer tanto en agua dulce como en agua salada, aunque su efecto es mucho más destructivo en esta última. Aparte del contenido en sal, también influyen otros parámetros como el pH y la temperatura.

La corrosión electroquímica es, por ejemplo, la responsable de la oxidación de un clavo suelto que está dentro del agua, es decir, ataca cuando materiales que se corroen con facilidad entran en contacto con el agua. Dado que este tipo de corrosión se puede evitar por completo seleccionando cuidadosamente los materiales, debajo de la línea de flotación sólo empleamos aceros inoxidables A4, aluminio a prueba de agua salada y plásticos de extraordinaria calidad con elevada resistencia a choques como el PBT (polibuteno tereftalato).
Y para alcanzar el máximo equilibrio entre resistencia a la corrosión, solidez y dureza utilizamos para los componentes más críticos desde el punto de vista mecánico el mejor acero disponible en el mercado: Torqeedo emplea el acero especial 1.4044 para el eje de la hélice, mientras que en el tubo del eje del Cruise optamos por el 1.4571 con titanio, un acero de excelentes características que también se utiliza en los árboles de los cruceros y buques cargueros. Aunque los componentes que están sumergidos en el agua están protegidos con recubrimientos adicionales como tratamientos anódicos especiales y pinturas resistentes al agua salada, Torqeedo no sólo apuesta por el recubrimiento para proteger al motor de la corrosión (es sabido que los recubrimientos pueden sufrir daños mecánicos), sino que, además, seleccionamos como materiales básicos únicamente materiales resistentes a la corrosión.

La corrosión galvánica se produce siempre que entren en contacto eléctrico dos materiales conductores con distintas propiedades electroquímicas y que ambos estén dentro del agua.

Si falta uno de esos tres factores, no se produce corrosión electrolítica.Por tanto, para evitar la corrosión electrolítica es preciso decantarse por un diseño especial: una posibilidad sería aislar entre sí todos los materiales conductores o emplear materiales con las mismas propiedades electroquímicas (entre una carcasa de aluminio y un tubo de eje de aluminio no se puede producir corrosión electrolítica). Sin embargo, para eliminar por completo la corrosión galvánica es preciso diseñar con gran minuciosidad, lo que en algunas partes es muy complicado (p. ej. en el aislamiento de eje de la hélice para protegerla de la carcasa).
Por este motivo, en el sector náutico se ha optado por utilizar ánodos de sacrificio, formados por materiales electroquímicamente muy reactivos (p. ej. zinc o magnesio) que se colocan en el motor para proteger a los materiales más nobles contra la corrosión galvánica. El ánodo de sacrificio se desintegra poco a poco, por lo que al cabo de un tiempo es necesario sustituirlo.

La corrosión electrolítica es el tipo de corrosión con más potencial destructivo: su velocidad de desintegración es 10.000 veces superior a la corrosión galvánica y es capaz de desintegrar motores completos en cuestión de días sin dejar apenas rastro.

Lo positivo: la corrosión electrolítica se debe siempre a fallos de conexión, especialmente al realizar la puesta a tierra y, por consiguiente, se puede evitar.

Un fallo muy común es, por ejemplo, conectar a 4 baterías de plomo de 12 V en serie no sólo el Cruise 3.0, sino también la radio de a bordo —que precisa una tensión de 12 V— uniendo esta última entre la tercera y la cuarta batería de plomo (es decir, entre 36 y 48 V). Como en la mayoría de los dispositivos electrónicos sencillos la masa está en la carcasa, si se conecta una radio en una embarcación de aluminio se genera una diferencia de potencial de 36 V que produce una corrosión de gran envergadura. En cambio, si se conecta la radio de a bordo a 0 y 12 V, es decir, entre la primera y la segunda batería, no se produce este problema.